Comisión - Grafoterapia
Grafoterapia
La grafoterapia es una rama específica de la grafología, enfocada en conseguir que la persona adquiera mejores hábitos escriturales para optimizar tanto sus facultades mentales y funcionamiento orgánico, como su comportamiento psíquico y la gestión de sus emociones.
Numerosos estudios científicos ya han demostrado la notable influencia que la escritura manual ejerce en el desarrollo de las neuronas y estructuras cerebrales, así como en la mejora de habilidades y facultades nerviosas.
Sin embargo, estos estudios podrían enriquecerse enormemente si se contemplaran los avances grafológicos surgidos en los últimos tiempos. Fundamentalmente, el descubrimiento de doce básicos impulsos nerviosos que dan lugar a doce modalidades diferentes de movimientos -o trazos- y que, al combinarse entre sí, producen todas las formas y escrituras imaginables.
Vicente Lledó Parres (1932-1993) fue quien supo concebir esta manera de analizar los manuscritos y definir las características adecuadas que los trazos debían plasmar.
La labor de investigación que desarrolló fue posible gracias al conocimiento grafológico que tenía y a las personas que recurrían a él en busca de consejo para mejorar sus condiciones psíquicas.
Y sucedía que, a medida que incorporaban los cambios escriturales recomendados y superaban sus conflictos, también encontraban una evolución favorable en sus alteraciones físicas.
La relación entre cuerpo, mente y escritura se hizo tan evidente que, para hallar respuestas, decidió estudiar neurofisiología. Y con asombro comprobó la implicación de doce funciones nerviosas, que coincidían con los atributos que él postulaba para cada uno de los trazos, así como para las diferentes cualidades gráficas con que éstos pueden mostrarse.
Sus aportaciones a la grafología y a la terapia han permitido el progreso de otros conocimientos, entre los cuales se encuentra el desarrollo de una metodología específica en el ámbito de la grafomotricidad, que facilita la correcta y natural ejecución de los trazos, vinculando sus leyes físicas a la biomecánica y a cierto biodinamismo o sensación interior que surge como manifestación de concretas actividades cerebrales.
Estas nuevas consideraciones posibilitan una vía muy eficaz para producir cambios en el comportamiento neuronal porque interviene, no sólo en los trazos escriturales, sino en los movimientos que los ocasionan y, al poderse experimentar tanto interna como externamente, permite a muchas personas beneficiarse de sus efectos —niños de corta edad y adultos que no saben escribir, o incapacitados de alguna manera para ello—
.
Los doce movimientos son el modo universal más básico de comunicación no verbal y están presentes en todas nuestras actividades cotidianas.
La escritura manual, además de ser un importante elemento cultural, supone ser un valioso medio con el que afectar a nuestro grado de bienestar físico y mental.
La grafoterapia es una disciplina que está llamada a formar parte de la vanguardia de las neurociencias, aunque de momento esté catalogada como “no convencional” o “alternativa”.
Numerosos estudios científicos ya han demostrado la notable influencia que la escritura manual ejerce en el desarrollo de las neuronas y estructuras cerebrales, así como en la mejora de habilidades y facultades nerviosas.
Sin embargo, estos estudios podrían enriquecerse enormemente si se contemplaran los avances grafológicos surgidos en los últimos tiempos. Fundamentalmente, el descubrimiento de doce básicos impulsos nerviosos que dan lugar a doce modalidades diferentes de movimientos -o trazos- y que, al combinarse entre sí, producen todas las formas y escrituras imaginables.
Vicente Lledó Parres (1932-1993) fue quien supo concebir esta manera de analizar los manuscritos y definir las características adecuadas que los trazos debían plasmar.
La labor de investigación que desarrolló fue posible gracias al conocimiento grafológico que tenía y a las personas que recurrían a él en busca de consejo para mejorar sus condiciones psíquicas.
Y sucedía que, a medida que incorporaban los cambios escriturales recomendados y superaban sus conflictos, también encontraban una evolución favorable en sus alteraciones físicas.
La relación entre cuerpo, mente y escritura se hizo tan evidente que, para hallar respuestas, decidió estudiar neurofisiología. Y con asombro comprobó la implicación de doce funciones nerviosas, que coincidían con los atributos que él postulaba para cada uno de los trazos, así como para las diferentes cualidades gráficas con que éstos pueden mostrarse.
Sus aportaciones a la grafología y a la terapia han permitido el progreso de otros conocimientos, entre los cuales se encuentra el desarrollo de una metodología específica en el ámbito de la grafomotricidad, que facilita la correcta y natural ejecución de los trazos, vinculando sus leyes físicas a la biomecánica y a cierto biodinamismo o sensación interior que surge como manifestación de concretas actividades cerebrales.
Estas nuevas consideraciones posibilitan una vía muy eficaz para producir cambios en el comportamiento neuronal porque interviene, no sólo en los trazos escriturales, sino en los movimientos que los ocasionan y, al poderse experimentar tanto interna como externamente, permite a muchas personas beneficiarse de sus efectos —niños de corta edad y adultos que no saben escribir, o incapacitados de alguna manera para ello—
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Los doce movimientos son el modo universal más básico de comunicación no verbal y están presentes en todas nuestras actividades cotidianas.
La escritura manual, además de ser un importante elemento cultural, supone ser un valioso medio con el que afectar a nuestro grado de bienestar físico y mental.
La grafoterapia es una disciplina que está llamada a formar parte de la vanguardia de las neurociencias, aunque de momento esté catalogada como “no convencional” o “alternativa”.