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LA SOJA Y SU PODER QUEMAGRASA
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Tue, 01 Apr 2014 20:50:00 +0200
01 de abril de 2014
Las isoflavonas de soja ayudan a quemar la grasa evitando que se acumule en nuestro cuerpo y controlando así el peso. Un vaso de leche y un yogur, ambos de soja, cubriría la dosis diaria recomendada para que esta semilla leguminosa tenga efectos beneficiosos en el organismo
“La soja es un alimento muy válido, es una fuente de proteínas, de lípidos de alta calidad, de hidratos de carbono complejos y de isoflavonas”, explica el jefe de Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital General Universitario de Ciudad Real y presidente de la Sociedad Española de Ginecología Fitoterápica (SEGIF), Javier Haya.
El hecho de que los orientales tengan, en general, un menor Índice de Masa Corporal (IMC) que americanos y europeos, ha llevado a los investigadores a estudiar si se debe al consumo habitual de soja en la dieta de los países asiáticos.
El doctor Haya explica que un metaanálisis publicado este año en “Nutrition” y realizado con once ensayos clínicos y 1.100 mujeres postmenopáusicas, demuestra una disminución media del 10% del peso en seis meses tras consumir suplementos de isoflavonas de la soja.
Pero todavía no está claro cuál es el mecanismo que utilizan las isoflavonas de la soja para atacar a la grasa. Existen tres escenarios posibles:
Que actúen sobre la grasa parda o tejido adiposo marrón, que es aquella que puede quemar la energía extra que se genera con la comida. Este tipo de grasa es diferente a la grasa común o blanca que almacena energía y provoca aumento de la masa corporal.
Que actúen sobre el hipotálamo, la zona del cerebro dónde se encuentran los núcleos del hambre y de la saciedad. Del equilibrio de los dos núcleos dependerá que se consuma más o menos comida.
Que actúen sobre los receptores activados por el proliferador de los peroxisomas, conocidos como los receptores PPAR que intervienen directamente en el metabolismo lípido y glucídico quemando la grasa.
“Cuando los receptores PPAR se activan es como si les diéramos la orden de no almacenar grasa, sino quemarla, sobre todo en los adipositos pardos”, indica el también profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Castilla-La Mancha.
“Una activación de los receptores PPAR conduce a una prevención del síndrome metabólico (diabetes, obesidad, hipercolesterolemia…)”, algo probado con ratones a los que se indujo a la obesidad con una dieta hipercalórica. El grupo al que se le administró isoflavonas de soja no ganó tanto peso como el grupo que no las tomó.
Dosis diarias de soja
Para que la soja tenga efecto positivo en nuestro organismo debemos consumir, según el experto, el equivalente a medio litro de leche de soja con una concentración media de 18 gramos de semilla por cada 100 mililitros, ya que en el mercado se encuentran marcas con diferentes tipos de concentración, algunas demasiado ligeras. Es conveniente que desconfiemos de marcas desconocidas y elijamos siempre marcas de calidad, dado que nos van a dar más confianza en cuanto a su composición.
“Si todos los días tomamos un cuarto de leche de soja (un vaso) y un yogur de soja tendremos cubierta la dosis”, apunta el doctor Haya, quien comenta que consiguió bajar 23 kilos al recurrir a una dieta con presencia de soja en todas sus variedades, además de caminar todos los días.
Lo más conocido son los brotes de soja que encontramos en los supermercados y que se utilizan para ensaladas, aunque no aportan los beneficios generales que sí tiene la semilla de soja, ya que sus principales componentes activos se consumen en el acto de la germinación.
También es frecuente ver en los estantes de los establecimientos de alimentación paquetes con la semilla de soja. Esta semilla se prepara como cualquier legumbre aunque es más dura, por lo que se recomienda dejar más de un día en remojo y cocer unas dos horas en olla exprés. Se puede hacer un guiso de cuchara acompañado por verduras, como hacemos con las lentejas.
Además de los productos más populares, como la leche de soja, se venden ya preparados de soja como hamburguesas, postres, galletas, helados….
Aunque la soja puede tener al principio un sabor raro, lo aconsejable es introducirla paulatinamente en la dieta diaria. Además de las isoflavonas, la soja tiene proteína de muy alta calidad, la segunda en valor nutritivo después de la del bacalao y mejor que la de la leche y el huevo.
También los lípidos que aportan son notables, entre ellos la lecitina de soja y los omega 3 y omega 6, que ayudan a controlar el colesterol y por tanto tienen un efecto cardioprotector. Además, sus hidratos de carbono son complejos y aptos para ser consumidos por las personas con diabetes.
Isoflavonas contra los sofocos
Precisamente las mujeres en la época de la menopausia suelen aumentar de peso como efecto secundario de la pérdida de estrógenos ya que provocan ansiedad y estrés y esto puede desestabilizar la dieta.
La pérdida de hormonas en esta etapa de la mujer también conlleva sofocos, bajada de la densidad ósea y riesgo de fractura al debilitarse el hueso. Está comprobado científicamente que las isoflavonas de la soja ayudan a paliar los efectos de la menopausia de aquellas mujeres que no siguen un tratamiento hormonal sustitutorio.
Si en nuestra dieta diaria no se incluye la suficiente dosis de soja, se pueden reforzar con suplementos de isoflavonas en píldoras.
La máxima eficacia terapéutica, según Javier Haya, se produce con una dosis de 80 miligramos de isoflavonas de soja en la comida principal y esperar el tiempo adecuado de latencia, entre 4 y 6 semanas.
“Ningún estamento sanitario oficial ha establecido contraindicación alguna en el uso de isoflavonas”, precisa el especialista.
También el hecho de que las mujeres orientales tengan la mitad de riesgo de desarrollar cáncer de mama que las occidentales “pensamos que es debido a las isoflavonas que han tomada durante la época de desarrollo”, indica el médico.
El presidente de la SEGIF asegura que las recomendaciones que desde esta sociedad se hace de la soja siempre se basan “en la evidencia científica y no en los remedios de la abuela”.
FUENTE.- http://www.efesalud.com/ Artículo Ana Soteras
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